En una visita al Tate Modern en octubre del 2003 me lleve una gran sorpresa. El dia era frio como pocos que yo habia experimentado antes. Y sin embargo, la sala de la turbina del museo albergaba un sol (The weather project). Era un sol que no calentaba, que no quemaba y que sin embargo atraia como un magneto, conglomeraba a la gente, se volvia un circunstancial objeto de adoracion y fascinacion.
La luz amarilla tien un efecto acogedor que no tiene la luz blanca. Lo he experimentado haciendo espeleologia. Con el mismo traje humedo y el frio en los huesos, una lampara de luz blanca es "fria" y una lampara de luz amarilla de alguna forma te reconforta.
Si, las ciudades, los humanos irradian una luz que no se ve. Hay lunas, espejos y almas que reflejan esa luz dandole vida y una nueva perspectiva. Esa luz calienta, pero no como la luz del sol estrella. Calienta como el sol en el Tate Modern.
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